En el supermercado queso o sucedáneo

En el supermercado queso o sucedáneo

En el supermercado queso o sucedáneo

Cuando hacemos la compra y vamos a la sección de quesos en lonchas o rallado para gratinar, muchas ocasiones lo que compra no es exactamente queso. En algunos envases ni aparece la palabra “queso”, que se reemplaza por otras como “para gratinar”, “sándwich”… El producto juega con la imagen y simplemente le añade la utilidad, pero nunca menciona que, aquello sea queso.

¡No es queso!

Esto sucede porque no cumple con la normativa específica que deben observar los productos que se denominen queso. Es decir: “El producto obtenido de leche (total o parcialmente desnatada), de la nata, del suero, de mantequilla, o de una mezcla de algunos o todos estos productos”, a lo que la normativa añade una serie de procesos de fabricación que deben cumplirse.

Los principales ingredientes que llevan son grasa vegetal o antiapelmazantes (que suelen corresponderse con féculas de patata). Algunos productos derivados del queso se comercializan en supermercados como rallado y suelen incluir proteína láctea, mantequilla o almidones”

De esa manera consiguen usar materias primas más baratas, de menor calidad y recurrir a un menor porcentaje de queso [que en los preparados que lleven este nombre debe suponer el ingrediente esencial, es decir, en torno al 60% del producto, el 35% si es rallado].

Cómo hacer para saber diferenciarlos y cuál es la normativa legal

La clave se encuentra en buscar la palabra “queso”. Si en el paquete no aparece escrito nos están engañando.

El proceso de la elaboración del queso: primero se higieniza la leche, luego se acidifica, se cuaja, se corta, se quita el suero y se prensa. Dependiendo del tiempo de salado o maduración el tacto será más blando o duro y el sabor más o menos fuerte. En el caso de estos productos hay cierto parecido, creando un sucedáneo de apariencia análoga pero con productos de peor calidad, con menos microorganismos naturales y mayor uso de grasas industriales (como la de palma, más barata y perjudicial para la salud y el medio ambiente).

Científicos del CISC y titulares del Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos (IATA), reconocen no conocer a fondo la cuestión de estos sustitutivos del queso pero advierte de que, siempre que se detalle de lo que está hecho sin engaños podrá ser legal.

De ahí que veamos todo tipo de denominaciones que eluden citar el queso (salvo en el caso vegano, donde se especifica que es un producto hecho a raíz de derivados naturales y no animales).

Es en la etiqueta donde reside la clave.

La resolución del 28 de septiembre de 2006 recogida en el BOE deja claro que el queso debe estar catalogado según el origen de la leche y su maduración. “Los quesos que no tengan una denominación concreta o aquellos que aun teniéndola no estén protegidos por una norma individual de composición y características específicas, que se fabriquen con leche distinta de la de vaca, deberán incluir en su denominación después de la palabra queso la indicación de la especie que corresponda”.

“Los elaborados con mezcla de leche de dos o más especies, deberán incluir en su denominación, después de la palabra queso, la indicación de las especies animales de las que proceda la leche en orden descendente de proporciones. Esta denominación podrá reemplazarse por la de ‘queso de mezcla'”.

“Se entiende por queso fundido el producto obtenido por molturación, mezcla, fusión y emulsión, de una o más variedades de queso con o sin adición de leche, productos lácteos y otros productos alimenticios”.

Sin referirse directamente al rallado, la ley señala la cantidad mínima en otros casos para que se pueda considerar queso. “La denominación queso fundido queda reservada al producto que contenga un extracto seco total mínimo del 35% de masa/masa”. Y las variedades “para untar” o “para extender” deben llevar un mínimo de 30% de queso.

De este modo queda totalmente prohibida “cualquier manipulación en la elaboración de queso fundido que tienda a sustituir, total o parcialmente, la grasa, las proteínas o ambas procedentes de la leche por otras distintas”.

 

Desde la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) también advierten: “Desconfíe de lo que se esconde en las etiquetas”. La agrupación incluye estos productos entre los engañosos: “A veces la clave está en la palabra que falta. Todo en el envase finge ser lo que cree que es, pero en realidad no lo dice en ningún sitio. Esas palabras que faltan en la etiqueta no se omiten sin querer, o por azar, o porque quieran acortar la denominación, sino porque, con la normativa en la mano, lo que nos están tratando de vender no será queso, sino un preparado lácteo”. Para ver algunos ejemplos de todo lo que os hemos hablado os dejo el enlace del blog gominolas de petroleo gominolasdepetroleo: No es queso todo lo que parece

 

 

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